Todos tenemos quince años.
Cuando mas tenemos quince años es cuando los perdemos.
Los quince años se pierden cuando se pierden los sueños.
Aunque, realmente, los sueños no se pierden, somos, mas bien nosotros, los que nos perdemos a nosotros mismos.
Si nosotros nos perdemos a nosotros mismos, ¿donde se quedan los sueños?
Esta historia va de eso...
A los quince años siempre paseaba solitario por esos espacios romanticos donde encontrar enclaves poeticos.
Mi poesia anhelaba poesia.
Eran esos gestos tragicos que detenian todo el universo, en simple acto puro de amor.
En medio de la tarde surgio la lluvia.
Hay algo puro en mancharse de lluvia.
Una ultima bendicion de un cielo.
En el lago habia cisnes.
Fue alli donde descubri por primera vez un cisne negro.
En un palacio de cristal, me refugie.
Olia a lluvia.
Si la lluvia rebota en el suelo de tierra sube en forma de olor a tierra mojada.
En un rincon, de paredes blancas, habia escrito una frase.
"Dios es ateo, no cree en mi".
Ese dia conoci la soledad.
Dios en ti no cree en ti porque tu has dejado de creer en cumplir tus sueños.
Asi, toda religion, poesia o milagro, se ha retirado.
Solo dios y tu podeis crear el todo de la nada.
Y entre dios y tu, hay tan solo una persona.
Si esa persona se da la espalda a si misma es cuando escribe frases como "dios es ateo, no cree en mi" para comprender la paradoja o el bucles de quien es y no cree lo que es.
En ese instante donde no te han enseñado a soñar con nada mejor, recuerda que la unica salvacion, la unica posibilidad de redencion se llama amor.
...no lo pienses, no tiene sentido.
miguel mochales, maestro zen.
domingo, 25 de mayo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario